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Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca:

—Levántate y ponte en medio.

Y les preguntó:

—¿Es lícito en los sábados hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla?

Pero ellos callaban. Entonces, mirándolos con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre:

—Extiende tu mano.

Él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.

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